martes, 19 de febrero de 2008

TOXOPLASMOSIS: El gato no siempre es el culpable

Si bien es cierto que el parasito en cuestión vive en el intestino de los gatos y se elimina con su materia fecal, pero no siempre es el causante, ya que lo que se elimina es una forma inmadura y durante pocas semanas en toda su vida. Además deben darse condiciones adecuadas de humedad y temperatura para que desarrolle y pueda ser contaminante.

Esto determina que sea muy difícil enfermarse por el solo hecho de la convivencia. Está ampliamente comprobado que la forma más usual de contraer esta enfermedad es por la ingesta de alimentos contaminados con el parásito.

Esto también se ve favorecido por roedores e insectos que ayudan a diseminar al agente causal desde la materia fecal a verduras y frutas y a las pasturas donde se alimentan cerdos, ovejas o vacas.

Al comer estos pastos contaminados ingresan el parásito a su organismo y se aloja en sus músculos. Estos músculos serán luego el bife de chorizo o el lomo que de no estar bien cocinados permitirán ingerir al parásito. Lo mismo sucede con las verduras mal lavadas.
Deberá evitarse que los gatos cacen aves o roedores, y lavar las bandejas sanitarias con un enjuague final con soluciones de lavandina.

Es prudente usar guantes en trabajos de jardinería si es que han merodeado gatos por las zonas a cultivar, y similar precaución se deben tomar con los areneros con los niños.
Recomendamos lavar correctamente frutas y vegetales y cocinar bien las carnes.Lavarse siempre las manos es una de las mejores recomendaciones para esta y cualquier otra posible fuente de enfermedad o infección.

Y recuerden que en el siglo XVI en Inglaterra pensaron que los gatos encarnaban a Lucifer, y tras la persecución despiadada y aniquilamiento de la población felina, sobrevino una severa peste que diezmo a los londinenses. Es que habían sacado de escena a quienes naturalmente controlaban a las ratas - portadoras de la peste - dejándolas sin control.Podrá ver comprobar vez más el lector que se debe ser cauta y dejar que la naturaleza busque su propio equilibrio.

Prof. Leonardo J. Sepiurka M.V.

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