sábado, 25 de agosto de 2007

Niños y Animales, GRANDES AMIGOS

Aquellas personas que en algún momento de su vida han estado en contacto directo y cotidiano con algún animal saben de la importante relación afectiva que se establece con él. Da lo mismo que sea grande o pequeño, cachorro o adulto. Es un ser vivo que abre la posibilidad de establecer una comunicación más allá de lo verbal.

Los niños están aún mas cerca de esa época en que lo verbal estaba lejos de su código comunicacional; a través de las expresiones, los gestos, el olor o el sonido encontraban una vía de interrelación con el exterior. Eran seres absolutamente dependientes de alguien se ocupara de su nutrición y su cuidado. Por esta razón, los niños comprenden y se sienten fascinados por los animales. Es fácil deducir que niños con retraso en su proceso madurativo puedan establecer muy buenas relaciones con los mismos, y que además éstos les permitan también crear lazos afectivos que, tal vez, les resulta más complicado entablar con las personas.

Óptimos resultados con niños autistasLas últimas investigaciones realizadas con niños autistas y publicadas en el I Congreso Internacional ‘El Hombre y los Animales de Compañía: Beneficios para la salud’, por el doctor A. Redefer, son bastante reveladoras. Estos niños tienen un nivel de comunicación muy pobre con el exterior, con comportamientos repetitivos que dificultan la inclusión en su mundo. En el estudio realizado se incluía la presencia de un perro entre el terapeuta y el niño y resultaba que éste respondía de una forma clara a la presencia del animal, favoreciendo la interrelación con el terapeuta. Por fin salía de su aislamiento, capturado por el movimiento, el sonido y el olor característico del perro. Poco a poco se iba incorporando al juego junto con el terapeuta: tirarle pelotas, cepillarle, acariciarle...

Aunque esta actitud del niño fue difícil mantenerla en el exterior y más allá de un tiempo determinado, es indudable que el hecho de haber podido sacar, por unos momentos, a estos niños de su ensimismamiento es muy esperanzador.

Los beneficios en niños insegurosSi con semejante problemática hemos podido observar la importante reacción del niño hacia el animal, podemos comprender que cuando el conflicto no es tan agudo, la reacción será más satisfactoria y duradera. Existen niños que, por su situación familiar - padres separados, huérfanos, etc.- o personal tienen dificultad para expresar su afecto. Son niños inhibidos, inseguros, atemorizados, para los que el mundo exterior se convierte en muy amenazante. Cuando pueden entablar una buena relación con su animal de compañía van perdiendo el temor a ser agredidos, confían en la fidelidad de su animal, comprueban el interés, cariño y atención que despiertan en su animal de compañía, y así pueden empezar a hacer una extrapolación al mundo exterior y confiar en un afuera más tranquilizador y menos persecutorio.
No debemos olvidar que, de la misma manera que en el juego, los niños reproducen con sus animales de compañía lo vivido y "sufrido" en su vida exterior. En este sentido, el buen "instinto" de los animales, que les hace diferenciar el trato entre adultos y niños, permite que estos últimos puedan "descargar" sus rabietas o sentimientos de ser agredidos y maltratados en sus pobres animales de compañía, sin ser respondidos con el mismo "ímpetu" por ellas. Todos hemos oído aquello de "Hay que ver cómo aguanta el perro los malos tratos del niño..." Los animales son también un vehículo del sadismo de los niños, pero saben, generalmente, manejarlo muy bien. No son masoquistas, se dejan "maltratar" hasta que el umbral del dolor se lo permite.
Aprender a respetarEste ‘buen samaritano’ que es el animal consigue que el niño, por un lado, pueda descargar su furia y, por otro, entender que hay límites en la agresión que no deben ser traspasados si no se quiere recibir daño. Aprender a respetar. Aquellos que se sienten desprotegidos o faltos de amor pueden encontrar en un animal de compañía la manera de llenar esa falta. Les quieren como a ellos les gustaría ser queridos, muestran una ternura y un cuidado hacia su animal de compañía que, a su vez, van a recibir de ella. Finalmente, me gustaría reseñar lo importante que es para el proceso madurativo del niño el comenzar a darle responsabilidades que le hagan sentirse ‘mayor’. Tan sólo problemas y dificultades. Cuando a estos niños se les posibilita la experiencia de tener que cuidar a un otro, y en nuestro caso a un animal, la experiencia del crecimiento se convierte en algo hermoso. El niño va viendo cómo al cachorrillo hay que cuidarle especialmente por lo débil que es frente al mundo. Verle crecer y fortalecerse supone un orgullo para sí mismo que ha ayudado a ese crecimiento. Así también se le está enseñando a ese niño de hoy a ser un adulto del mañana con capacidad para amar, cuidar, respetar y sobre todo no olvidar la lección de que el ‘fuerte’ debe ayudar al ‘débil’ para que el ciclo de la vida siga su curso.

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